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lunes, 13 de abril de 2009

Consuma frutas y verduras


No existen reglas fijas porque todos tenemos nuestros gustos, ¿no? Nos dedicaremos en esta entrada a la difícil tarea de seleccionar un pretender. Luego de haber llevado a cabo los pasos ya conocidos ( formulación de hipótesis- experimentación - valoración de resultados - formulación de una teoría) me dispongo a compartir con vosotros los conocimientos adquiridos.

Ya todos sabemos que cada "pretender" tiene sus características particulares, rasgos distintivos, pero aquí les dejo, mi querido público, algunos puntos a considerar para asegurarse el máximo de sabor y aporte nutricional tanto para el cuerpo como para la mente.

1- Seleccione pretendientes de consistencia firme y de colores brillantes (en tez y cabello). Sí, la apariencia importa. Recuerde que debe gustarle a ud. Pero tampoco sea necio y le diga a sus amigos que está teniendo "algún tipo de vínculo" con una señorita o caballero de hermosos atributos físicos cuando, en realidad, ud. sabe que si no fuera porque es extremadamente inteligente o gracioso/a o adinerado/a jamás dejaría que ese ser se le acercara.

2- Manéjelos cuidadosamente para evitar hacerles daño. De esta manera podrá evitar represalias.

3- En una primera instancia, hacer que las salidas nos proporcionen material visual, táctil, auditivo y/u olfativo para recordar (también con todos los sentidos) en los días posteriores al encuentro. Puede también almacenar alguna imagen y hacer que el recuerdo sea indeleble haciendo un post catártico.

4- Evitar entrar en contacto con individuos que se encuentren en mal estado, con daños, golpes, zonas blandas, u olores extraños, aunque estén a precios de oferta, a la larga salen más caros.

5- Siempre habrá pretenders de estación. Consúmalos mientras pueda. Fuera de estación son difíciles de ubicar.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Ava de novela






Hoy me llamo Yolanda. Soy una chica que realiza tareas domésticas. Como es domingo, me dieron medio día libre. ¡Por suerte está soleado!

Me pongo mi vestido negro a lunares blancos, una flor roja en la cabeza y me voy a la Feria de Tristán Narvaja. Bajo el sol del mediodía recorro los puestos de verduras con una inigualable elegancia. No digan nada, pero voy a buscar a Tito. Él tiene un puesto de frutas (sólo de frutas). Nos conocimos un día cuando fui a comprar tomates y quien me atendió me daba los peores del cajón. No puedo quedarme callada ante semejante injusticia. ¡Yo pago por esos tomates, señores!

Entonces el Tito, mirando desde su puesto, con esa blanquísima sonrisa, la camisa medio desprendida y su bigote apenas delineado, juzgó que lo que su colega estaba llevando a cabo era un magno atropello contra esta diva del plumero. Como un caballero intervino y todo se solucionó rápidamente. ¡Cuánto poder! Sólo con su habilidad lingüística había vencido a su contrincante. Eso fue lo que necesitaba para darme cuenta que el Tito era el hombre que había estado esperando, con el que había soñado mientras mi mirada quedaba fija en el florero del cuadro predilecto de mi patrona, cuyo marco debía lustrar todos los jueves.

Después de eso vinieron las salidas. Me llevaba al carrito a comer hamburguesas con todos los gustos posibles. ¡Eso es poder adquisitivo! ¡Eso es un hombre!- repetía cada vez que extendía el brazo para pagar todos mis caprichos de diva doméstica.

Íbamos a bailar todos mis días libres en su auto colorado. ¡Qué auto! No sabría decir con exactitud qué modelo es ni de qué año porque está tuneado. ¿Pero es eso un impedimento para que seamos felices?

Brillábamos en la pista. Él moviéndome de un lado para otro. Yo sonriendo como si hubiera pintado las comisuras de los labios más de lo debido. Mis coloridos vestidos flameaban.

Mejor no les cuento sobre las vacaciones en las Termas. Mejor no les hablo del lustroso cuerpo del Tito al borde de la piscina. Eso otro día. Hoy no porque me pidió que lo pase a buscar y ya estoy llegando medio tarde. Me dijo que tenía que decirme algo muy importante. ¿Ustedes qué piensan?