martes, 20 de mayo de 2008

Revelaciones (¡por el Zombie Proletario!)


“La relación entre el capitalista y el asalariado es la que hace de la relación monetaria, de la relación entre comprador y vendedor, una relación inmanente a la propia producción” (El Capital, Libro Segundo, tomo II)

Años de militancia marxista lo vuelven a uno demasiado seguro del terreno que pisa, tanto como para hacer afirmaciones arriesgadas sin requerir el elemental apoyo textual o teórico que las avalen, olvidando todo escrúpulo científico.

Uno se cree capaz de exponer las tesis de El Capital en gaélico sobre la servilleta roída de un bar de mala muerte con los ojos tapados con una porción de fainá y usando mostaza (exquisitamente revolucionaria) de La Pasiva como tinta.

Cabalga por la vida altanero a cuestas de sus certezas inamovibles adquiridas en el ruedo de la lucha de clases. La superioridad de su método lo faculta para contemplar al enemigo desde una atalaya inexpugnable desde la que oportunamente lanzará el ataque decisivo. La derrota no está contemplada.

En los acontecimientos más triviales ve actuar la danza dialéctica del desarrollo histórico. Los contornos definidos de los hechos considerados eternos por la burguesía se diluyen en el devenir de los contrarios que se interpenetran (?????)

La crisis presente lleva grabado el futuro revolucionario con tanta seguridad como la princesa plancha lleva un contrabando de pasta base en forma de feto en su vientre.

Los titulares de los diarios registran los pasos que ese infante mal parido que es el capitalismo da a tientas hacia la madurez de la humanidad que es socialismo. A ciegas en estos pasquines del capital, iluminados por el potente foco de la teoría económica marxista en las publicaciones proletarias.

La distancia se puede medir en verstas y es cada vez más corta.

El proletario conciente se arropa en la seguridad de estas convicciones que lo protegen del frío de la opresión de clase. Nada puede salir mal. Todo un mundo por ganar y solo las cadenas que perder.

Hasta que le comunican su nefasto error. Todo era una farsa, todo era un simulacro.

El objetivo de la gran revolución obrera era la abolición del dinero.

domingo, 11 de mayo de 2008

Extraña posesión




Desde hace unos días me ha invadido cierto espíritu maternal. Raro. Quienes me conocen, saben que los niños no me son particularmente simpáticos (y creo que es mutuo, a ellos tampoco parece que les caigo bien).


Pero, se ve que la gripe, la tos, y la estancia en la cama (cuando supera las ocho horas) puede ser perjudicial para mi psiquismo.


He tenido algunos encuentros cercanos con niños y me han parecido criaturas adorables, me han sonreído, hasta me prestaron uno para que sostuviera y pude superar, al fin, el temor a que se me cayera y que su cuerpo tocara el piso brutalmente.


Así que ahora creo que finalmente es el momento. Hay que enfrentar el llamado de la naturaleza. Lo he decidido: quiero un gatito.


sábado, 10 de mayo de 2008

Je suis malade

En mis delirios crepusculares, bajo mi acolchado de pluma, me veo cantando ... lalalalá...

domingo, 4 de mayo de 2008

Casos extraños I


Volvía muy cansada de una jornada laboral más que extenuante. Sentada en el ómnibus interdepartamental, la cabeza apoyaba blandamente en el oscuro respaldo, la vista oscilante se dirigía hacia carteles, letras y números. Miraba los colores, las modelos de los anuncios publicitarios de las paradas, las diversas tipografías. Pensaba que no me disgustaría trabajar haciendo esos carteles, aunque tuviera que hacerlos yo misma, a mano, todos y cada uno de ellos. Cualquier cosa a ...

En un momento determinado del recorrido, escuché una voz. Esa voz, decía lo que yo iba leyendo. Es decir, si mi vista se detenía en "Bar 'El Volcán'", inmediatamente la voz decía eso. Así fue con cada uno de los anuncios. "Av. Italia" ... "Av. Italia", "Grandes Tiendas M" (lo lamento, no hacemos publicidad gratuita) ... "Grandes Tiendas M".

Lo sorprendente fue darme cuenta de que, por el cansancio, al mirar algunos carteles, me comía alguna letra, o leía otra palabra y la voz cometía los mismos errores. Pero esto no termina acá. Cuando eso sucedía, yo pensaba: "Qué tarada, a ver si leés bien". Mi asombro fue creciendo al escuchar que otra voz se dirigía a la que había leído mal y le decía exactamente lo mismo que yo había pensado.

Claro, como siempre sucede, al bajar, miré para atrás y no había nada. Bueno, sí, había una bolsa de nylon blanca en un asiento. Pero no creo que la bolsa ... ¿O sí?