lunes, 29 de diciembre de 2008

¡Buen provecho!


"Chorizada para parejas". Así fue denominada la reunión de fin de año en la casa de mi amiga. No me amedrentó la transposición realizada por la preposición. Que se metan el T1 en donde les quepa si pretendían que el nombre del evento me asustara y no fuera.


Llamé para confirmar asistencia y del otro lado del tubo se escuchó un: "¿Entonces venís?" Todo dicho.


Toqué timbre (un sólido y laaaaargo "riiiiiiiiiing"). Una diva no da pasos en falso. La puerta se abrió. Atravesé las habitaciones hasta llegar al encuentro de las parejas. "Siempre los mismos"-pensé, mientras algunos giraban sus cabezas, interrumpiendo las respectivas conversaciones. Algunas de las mujeres parecían un poco incómodas. Ava Gardner despierta odios y pasiones en igual medida, en hombres y mujeres. ¡Y claro! Esta "chorizada para parejas" había sido asaltada por el chimuchurri con glitter, por el pulpón aterciopelado más jugoso y tierno, por la baguette bronceada y más crocante, por el tomate más sedoso.


No esperé a que alguien me sirviera. Con mis propias manos me hice del chorizo de pollo ante la atenta mirada de los comensales. Me acerqué a la parrilla, los toqué suavemente con el tenedor hasta hallar el de mi agrado.


Fue al sentarme que sospeché que comenzaría a gestarse la embestida hacia esta diva por parte de las dos resentidas mujeres. Yo disfrutaba del pedazo de carne y mi cara era la prueba, pero al mismo tiempo pensé que sería mejor tirar la primera piedra. Quería que las palabras de las mujeres comenzaran a saltar como la grasa de los chorizos cuando son pinchados y están calientes. Semejante tensión iba a hacer que el embutido no le sentara bien a nadie. Algo había que hacer. Entonces, para darle un poquito más de sabor a la velada, cual chimichurri super picante dije: "¡Qué delicia este chorizo! Pero tengo las manos sucias, ¿serías tan amable de alcanzarme una servilleta, B?" (dirigiéndome a uno de los comensales). Él, más que atento (y con mayonesa en el bigote), me la extendió diciendo: "Por supuesto Avita, si sos una diva".


Por lo bajo, la mujer de pelo planchado comenzó a sollozar y a hablar en voz baja y agudísima. Él la consolaba y le decía: "¡Pero si vos sos inteligente y tan linda". Pero ella no estaba convencida. Es que cuando a uno le mienten se da cuenta, es algo que no tiene que ver ni con la cantidad de neuronas ni con la calidad de la sinapsis. Digamos que es algo casi instintivo.


La otra, la que se parece a Cerebro y ostenta su rotacismo impúdicamente, sentada del otro lado de la mesa, se acercaba a su novio y susurraba algo. Entonces me dirigí a él diciendo: "Ya que estás trabajando en el Departamento de Policía, A, ¿me podés conseguir unas esposas? Quizás haya algún policía que las alquile por una semana".


Ambas lanzaban espuma por la boca. Si supieran...


Si la de la melena laciada supiera que B, creyéndose Freud, quiso demostrarme que la hipnosis realmente funcionaba.


Si Cerebro supiera que A, en una pizzería (y en su ausencia) dijo: "Ava, por qué no te parás en la mesa y hacés un strip tease? ¡Sí, sí, sí!"


¡Buen provecho!

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Epístola navideña


Querido Papá Noel:


Se ha filtrado cierta información en su fábrica de juguetes y ha llegado a mis oídos que este año sí recibiré un regalito. ¿Es eso cierto, señor de la barba más blanca? ¡¿Es eso cierto?!

¿Es posible que cuando pase por mi casa venga acompañado de algún duende? No sé si se enteró que mis eunucos huyeron y no fueron capaces de dejar siquiera guardia gremial. Realmente estoy muy contracturada y creo que sus pequeños amiguitos podrían suplir a mis traidores servidores. Seguro que sus industriosas manitos colmarán mis expectativas.

En lo que respecta al regalo/juguetito ya he visto uno que me ha encantado. ¿Hay algún tipo de restricción a la hora de hacerle el pedido? ¿Verdad que no? Mire que me he portado muy bien este año y, no quisiera que esto que voy a decirle parezca un acto de pedantería, pero es que he sido una buena diva.

He firmado autógrafos, he besado a los niños (y a sus padres) con amor (de diva), me he dirigido a las masas con glamour, he hecho que mis seguidores me amen, limpié mi cuarto cuando el servicio doméstico se fue, escuché a mis fans, los aconsejé (casi) con amor de madre, he brillado como un reflector para iluminar el camino de los que se hallaban perdidos y ya no tenían esperanzas, he sonreído en las fotos, he combinado mi atuendo siempre sin llegar a mezclar los estampados florales con las rayas. En síntesis, he aprovechado mis jóvenes años de la mejor manera.

Creo que ud., señor barbado, sabrá recompensarme cumpliendo exactamente con mi pedido (y no con otra cosa). ¡Ah, me haría tanta ilusión abrir el paquete y encontrarme con mi juguetillo!

Antes de terminar la epístola, me gustaría sacarme una duda ancestral. ¿Es ud. parecido a Gerardo Sofovich? Desde chica imaginé que sí y que cada vez que una niña se sentaba en su falda para hacerle el pedido, ud. la transformaba en vedette casi al instante. No es que esté interesada. Al menos no por el momento, pero vio que las vacaciones son largas y, a veces, el ocio mata. Sin embargo, en mi caso, cuando tengo tiempo, ¡soy tan creativa!


Le mando saludos y lo espero.


Ava




P.D.: entre nomás por la chimenea pero antes, me pasa los duendes por la ventana de mi dormitorio.


jueves, 4 de diciembre de 2008

El de la fiambrería me dijo (señalando algo que no pude ver): "Sweet dreams are made of this".


Fui a una fiambrería que, casualmente, era el laboratorio de un colegio. Frascos con animales en formol y altísimos armarios de madera con brillantes vitrinas. Pinzas y otros metálicos instrumentos.

Me acerqué al mostrador y sonriente le pedí al señor que atendía: "¿Me da 200 de jamón? Sí, sí, de ese." Cuando menos los esperaba, detrás mío un aparato fonador articulaba los siguientes sonidos: "¿Por qué no llevás del matambre que estoy comprando yo?"

¡No! '¡No! ¡Otra vez! Llega fin de año y aparece este individuo. Siempre vestido de negro. Siempre con esa mirada. El año pasado en el Teatro Solís; ahora en la fiambrería. ¿Qué pretende? ¡¿Qué?! ¿No lo espanté cuando en el último encuentro le dije "I like your eyebrows"? Esta vez lo que emergió de los labios con rouge fue: "¡Mirá que sos insistente! ¡Venir a meterte así acá!"

Después de una pausa y de mirar el matambre que sostenía en su mano, cortado en gruesas fetas multicolores, le pregunté: "¿Ya compraste el pan para hacer los sandwiches o me vas hacer comprarlo a mí?"